¿Cualquier tiempo pasado fue mejor? Nos hemos propuesto repasar las últimas décadas del SESI con interés antropológico, espíritu reivindicativo y un poquito de nostalgia, para entender de dónde venimos como colegio y qué hemos ganado (y perdido) por el camino.
Continuarmos la serie con Manuel, Emi y Esther que estudiaron en el colegio entre 1964 y 1972. En esos años previos a la aprobación de la Ley General de Enseñanza (1970), existían dos opciones: cursar la enseñanza primaria en el colegio hasta los 14 años, para incorporarse posteriormente al mercado laboral o hacer un examen para iniciar los estudios de bachillerato en los Institutos Nacionales de Bachillerato, en Colegios homologados o por libre. La escuela estaba segregada por sexos, situación que empezó a cambiar a mediados de los años 70s.
M: Sí, estos últimos años dos de mis nietos han pasado por el SESI, medio siglo después que yo.
Es: La historia empezó hace unos 12 años, con una antigua compañera cubana que vive en Miami. Había encontrado en una mudanza el cuaderno con las direcciones y los nombres de las alumnas de la clase de la señorita Luisa. Porque al final del último curso les poníamos una nota cariñosa a las compañeras y firmábamos. Y junto con otra amiga, con la que no había perdido el contacto, decidieron intentar localizar a las demás. Me encontraron a mí y a otra ex alumna que vive en Sevilla por Facebook, y fuimos tirando del hilo. Nos juntamos cinco la primera vez, aunque hubo alguna que al principio no quería venir…
Em: Decía yo, ¿pero qué tenemos en común si llevamos 40 años sin vernos? Y mis hijas, pero mamá, que por probar no pierdes nada…
Es: Somos 20, unas 15 fijas, varias seguimos viviendo en Madrid, pero también en Granada, Sevilla, Toledo, Miami, Ciudad Real… En Navidades nos juntamos la mayoría. E intentamos irnos una vez al año de casa rural.
Em: Lo que no pudimos hacer en la época, lo hacemos ahora.
Es: Yo empecé en el SESI en sexto y éramos 40, pero estábamos juntas las alumnas de tres cursos diferentes: sexto, séptimo y octavo, en la misma clase.
M: Nosotros éramos más de 30 alumnos por cada clase, sólo de niños. Las niñas estaban en otras clases aparte. De hecho, entrábamos por puertas diferentes y en el patio estábamos separados por un muro.
Es: Sí, las niñas entraban por la puerta de arriba y los niños por la de abajo. La puerta de en medio estaba cerrada siempre. Salvo para alguna visita oficial.
Em: Yo estuve desde los cinco años, y creo que las clases de los más pequeños se separaban por cursos: los de cinco y seis años juntos, siete y ocho años juntos...
Es: En sexto nos separaban. Las que “valían para estudiar” las preparaban para el instituto con la señorita María, mientras que a las que éramos más vagas o según ellos no teníamos capacidad nos llevaban con la señorita Luisa.
Es: No, lo decidía la profesora. Ellas decían: esta sí y esta no. Y muchas veces decidían, y eso era lo triste, según el regalo que hacía la madre.
Em: Sí, eran muy clasistas. A la que llevaba regalos, a esa le subían puntos. Unos bombones, un frasquito de colonia…
Es: Puede parecer poca cosa, pero en esa época suponía un sacrificio considerable para la familia.
M: Yo pasé después del cole al instituto Cervantes, que era el de chicos.
Es: Yo empecé a trabajar con 14 y seguí estudiando en una academia fuera para completar los estudios.
Em: Yo empecé a los 16, pero a la vez me saqué un curso de mecanografía y el graduado escolar.
Es: Yo también hice mecanografía. De las mujeres entonces se esperaba que como mucho trabajaran de secretarias, costureras o peluqueras. Ser maestra ya era un nivel superior. En nuestra clase, para estudiar estudios superiores salieron tres o cuatro niñas.
M: Recuerdo que nosotros estudiábamos Ciencias Naturales, Geografía Universal, Lengua Española, Francés, Formación Manual, Dibujo, Religión y Matemáticas.
Em: Geografía e Historia creo que estaban juntas en el mismo libro
Es: Las niñas en vez de Formación Manual daban Costura, aunque también hacíamos trabajos manuales. Yo recuerdo a una profesora bastante adelantada a su tiempo, que nos enseñó cómo se hacía un dobladillo, un zurcido y un ojal… y que nos dijo que ya con eso nos apañábamos, que más útil nos iba a ser en el futuro saber matemáticas.
Em: También había Gimnasia, que los niños daban en el patio y nosotras en el gimnasio, pero solo a principio de curso, luego se dejaba de dar. Se ve que ya habían pasado los inspectores que controlaban que se impartiera esa asignatura. Con Francés pasaba igual, se daba una hora a la semana pero desaparecía en enero. Tres meses al año, poco íbamos a aprender con esto.
Es: En séptimo, que sería creo 1971, nos ofrecieron clases de educación sexual. Que fue muy revolucionario, se necesitaba una autorización de los padres y se hacía en el salón de actos. La daba un cura… pero no te puedes imaginar lo abierto que era.
Es: Ah, y una cosa que había que era un adelanto maravilloso era Música. Yo creo que los chicos no tenían Música. Sí que había un coro de niñas.
Em: A mí me echaron del coro. Cantaba fatal.
ES: Yo porque movía los labios... Porque yo no tengo oído, tengo orejas. Pero como mis amigas estaban…
Em: Teníamos una hora de “Permanencia” que se hacía de 17h a 18h y servía para reforzar las asignaturas en las que ibas peor. Nosotras la hacíamos de Matemáticas, por ejemplo. Se pagaba aparte, pero casi todo el mundo iba porque era un precio popular y lo recomendaban los profesores, y lo que decía el maestro iba a misa.
Em: entrábamos a las 9h, salíamos sobre las 13h a comer, volvíamos a las 15h y terminábamos a las 18h.
Es: salvo los jueves, los jueves no había clase por la tarde. Era el día que libraban todas las chicas que servían y por algún motivo también nosotras. Y hasta principios de los 70, también había clase los sábados por la mañana.
M: Mi familia no podía pagar el comedor, pero muchas veces sobraban plazas y en mi clase, entre los que queríamos comer en el colegio, el profesor las sorteaba: hacíamos un corrillo y el que acertara el número se quedaba al comedor. Mi madre ya sabía que, si no iba a casa al mediodía, es que comía en el cole. Después del comedor, teníamos una sala con futbolines, billar y ajedrez y allí estábamos hasta que empezaban las clases de la tarde.
Em: La comida estaba bastante bien, cocinaban en el cole, me acuerdo de la cocinera que se llamaba Fermina. A mí en los últimos años ya me dejaban irme a casa a comer, pero de pequeña me quedaba. Siempre había cosas que no te gustaban (recuerdo una amiga que se metía la lechuga en los bolsillos del baby) pero, en general, la comida estaba rica.
Es: Yo creo que me quedé solo el último curso, porque nos habíamos mudado más lejos. Al ser de las mayores, me tocó ser jefa de mesa y encargarme de que los pequeños a mi cargo comieran de todo. Y me encontré con que yo, que era mala comedora, tenía la misión de hacer comer a los demás… A mí me decían los pequeños “no quiero comer esto” y yo les decía “pues no te lo comas”. También tenía que servirles la comida y el agua. Y en clase a la profesoras también les llevábamos el agua.
M: En los cursos de los chicos, el encargado de llevar un vaso de agua al profesor se llamaba "el copero del rey”.
M: Uno de los castigos más recurrentes era la palmada con una regleta larga y gruesa. Y si por miedo retirabas la mano, te daban más fuerte la siguiente.
Es: A los chicos sí les pegaban, a las chicas no era lo habitual, pero tampoco era un escándalo. Normalmente eran más castigos: por ejemplo, te sacaban al pasillo o te quedabas de rodillas con los brazos en cruz, sosteniendo libros.Y si se te caían, te castigaban más.
Em: A mí me dieron una vez una bofetada por estar hablando que me pitaron los oídos durante una semana. Pero lo habitual eran los castigos, del tipo copiar una frase cien veces. Por ejemplo “No voy a hablar más en clase” que tú escribías “No - hablar - clase” a ver si colaba y al día siguiente, cuando lo repasaban, te tocaba copiarla quinientas veces.
Es: Yo tenía cuadernos enteros.
Es: Y también estaban las celadoras, que te obligaban a beber leche antes de cada recreo. Según bajabas las escaleras te estaban esperando. Era una leche en polvo asquerosa y si no lo hacías… pues digamos que tenían la mano muy larga.
M: Los chicos a la pelota, que nos hacíamos con papel arrugado. También al escondite, al churro (dos equipos, uno agachados con la cabeza entre las piernas del siguiente, había que saltar en la espalda del equipo contrario lo más lejos posible), a saltar diciendo marcas de coches o de tabaco… Y a pasarnos notitas con las niñas...
Es: Bueno, era muro hasta cierta altura, de ahí para arriba había una alambrada, así que te veías y te podías pasar notas del tipo: “Nos vemos en la plaza”, “Nos vemos en la parroquia”…
Em: Y nos podíamos tocar el dedo. Y eso era muy… jajaja.
Es: A las que pasábamos notitas, aparte de castigarnos, nos decían que éramos muy ligeras de cascos y que “adivina tú cómo terminarán”.
Em: Y eso que la celadora que nos castigaba estaba liada con el conserje y lo sabíamos, los habíamos pillado.
Es: aparte de las notitas, nosotras jugábamos al elástico, a la rayuela… a la comba no dejaban para no molestar a las demás. Y las más brutas jugábamos al churro, media manga y manga entera, como los chicos.
Es: Íbamos a la plaza de Peñuelas, allí solo había una fuente y una señora que vendía pipas, golosinas… Como cosa especial podías comprar un bocadillo de gallinejas. No había columpios, pero usábamos el torno del paso a nivel para dar vueltas hasta que nos mareábamos y nos caíamos.
Es: Recuerdo poner clavos en las vías para que al pasar el tren los aplastara y luego jugábamos a que eran nuestras espaditas.
Es: Sí, aunque no estaba bien visto que fueras con chicos, ellos lo que pretendían es que salieras del colegio y te fueras a casa
Em: Las niñas con las niñas y los niños con niños. Pero es que eran nuestros amigos. A mí, como éramos once hermanos, nunca me dijeron nada por jugar con chicos.
M: Recuerdo la fiesta final de cada curso en el patio e ir al teatro Español a ver alguna obra infantil.
Es: Sí, aunque salíamos solo las más mayores. Al Palacio Real, al teatro, al Prado… Y celebrábamos la Navidad
Em: Ponían un belén, que era una preciosidad, ocupaba toda la entrada, con unas figuras grandes, de unos 30 centímetros de alto, un río con agua de verdad y una noria… Ponían coles de Bruselas como lechugas.
Em: Yo me quedaba embobada viéndolo
Es: también íbamos vestidas de pastorcillas por las clases.
Em: y se cantaban villancicos…
Em: No, Carnaval lo tenía prohibido Paquito...
Es: Se consideraba una fiesta pagana.
Em: Lo que sí hacíamos era el Miércoles de Ceniza, nos llevaban a la iglesia que hay aquí en Embajadores a que nos dijeran aquello de “Polvo eres y en polvo te convertirás”
M: Primero, los cambios que acontecieron con la llegada de la democracia. Por ejemplo, nosotros cantábamos el Cara al Sol todas las mañanas antes de clase.
Em: Nosotras también. Y luego empezábamos la clase rezando.
M: Uno de los hitos más importantes fue cuando quitaron el muro que había en el patio para separar los niños de las niñas, aunque para entonces yo ya no estaba en el centro.
Es: Lo que sí nos tocó fue la construcción del segundo piso del edificio. En el tema educativo, me da rabia pensar en cómo te manipulaban, no tenías capacidad de decidir en nada. Recuerdo que era la maestra y tus padres los que decidían tu futuro sin consultarte, ni tener en cuenta tu opinión.
Em: Y los padres no participaban en nada, los padres iban al colegio a escuchar las broncas: su hija alborota, su hija va mal, es una maleducada, tenga usted ojo que la hemos visto con chicos… Ahora es totalmente diferente. Es que es importante que las familias se impliquen y participen. Nuestros padres no podían meter el hocico.
M: Cada vez que entro a votar al cole, observo con agrado las reformas en las clases, en el patio, en la acera exterior… Parece que la asociación de padres es muy dinámica y cuando voy con mis nietos a las fiestas de Carnavales y Halloween las veo muy alegres. Que sea bilingüe, creo que es también muy positivo y necesario.
Próximo capítulo: El SESI en los años 70. Si estudiaste en el cole entre 1972 y 1980 y quieres participar, por favor, escríbenos a afadelsesi@gmail.com