¿Cualquier tiempo pasado fue mejor? Nos hemos propuesto repasar las últimas décadas del SESI con interés antropológico, espíritu reivindicativo y una pizca de nostalgia, para entender de dónde venimos como colegio y qué hemos ganado (y perdido) por el camino.
Inauguramos la serie con Jorge, Prado y Silvia, que coincidieron por los pasillos del SESI entre 1980 y 1995 y que ahora tienen hijos e hijas estudiando en él.
Cuando Jorge entró en el colegio, en 1980, la escolarización empezaba a los 4 años. Los cursos de Infantil se dividían en 1º de Párvulos (4 años) y 2º de Párvulos (5 años). Los de Primaria iban de 1º a 8º de EGB. En 1989 se abrió la escolarización a partir de los 3 años.
El SESI tenía dos líneas que nunca se mezclaban, al contrario que actualmente, que se intenta equilibrar las clases cada 2- 3 años mezclando a casi todos alumnos del A y del B (salvo a los de Religión, que se mantienen siempre juntos).
Pero dejemos que hablen los entrevistados…
Jorge, ¿cuántos alumnos estabais en tu clase? Pues creo que serían unos 32 o 33 ¿Y tú, Silvia? Unos 40 o así éramos.
P: no especialmente. Yo iba con ganas al colegio pero más por estar con mis amigos, no hubo ningún profesor que me marcara especialmente… Bueno, sí, la profesora Lola de parvulitos, que era maravillosa.
J: La señorita Angelines cuando era pequeño, por la ternura con la que me acogió. Y luego en 6º, sin duda don Leonardo. Nos daba Historia y era tutor en los últimos cursos. Destacaba sobre los demás por tener ideas “modernas”: hablaba de que lo importante era querer aprender, relacionar unos conceptos con otros…. Tenía un espíritu humanista muy interesante.
S: Mi madre cuenta que en Parvulitos tenía a la señorita Socorro, que nos sonaba a todos con el mismo pañuelo de tela comunitario.
J: Comencé el Inglés en 6º si no recuerdo mal. Era bastante patético. Yo, que era un pésimo estudiante de inglés, sacaba sobresaliente, porque todo consistía en lectura y escritura. No recuerdo mucho más del Inglés, salvo que lo odiaba.
P: El Inglés se daba poco y mal. Cada año te enseñaban a pronunciar las mismas palabras de una forma totalmente distinta, así que no podías avanzar mucho. Luego, cuando pasé al instituto, noté que el nivel con el que llegabas era más bajo que el de otros coles.
S: Ahora visto con perspectiva, te das cuenta de que los profesores no tenían ni idea: ni de gramática, ni de pronunciación, ni de cómo enseñar una lengua.
J: Pues legalmente el colegio tenía el deber de ofrecer Ética como alternativa. Mi padre cuenta que cuando quiso apuntarme a Ética le dijeron que, por supuesto, podía ejercer su derecho, pero que, como no había ninguno más, yo tendría que salirme al pasillo durante la clase. Así que mi padre sabiamente concluyó que no pasaba nada porque diera religión...
P: Yo sí recuerdo dar clase de Ética unos años más tarde, aunque probablemente seguíamos siendo minoría. Aun así la religión estaba muy presente, de hecho en clase solíamos cantar canciones religiosas con la tutora. Así me aprendí yo la Salve en latín.
S: Yo diría que en mi año, de 40 alumnos había 2 o 3 de Ética, que se iban fuera de clase. No sé a dónde…
J: Había Judo, seguro. Para esas clases se utilizaba un gimnasio pequeño al fondo del patio (donde ahora está el Aula de Psicomotricidad).
P: Sí, estaba cubierto de colchonetas y nos teníamos que quitar los zapatos para entrar. También teníamos Ballet. Y Mecanografía, que se daba en la biblioteca. Yo me apunté a Mecanografía y terminé por sacarme el título oficial, que ha sido una de las cosas más útiles que he aprendido en el colegio.
S: Creo que también había Guitarra. Y se podía escoger aprender Taquigrafía junto con Mecanografía.
P: Sí, donde se daba Educación Física. Ahí era donde sacaban el potro y te traumatizaban obligándote a saltarlo. Por las tardes en se usaba para las clases de Ballet.
S: Estaba al otro lado del patio, en lo que ahora es el comedor de Infantil y la cocina. En mi curso hubo niños apuntados a Ballet y Baile flamenco, que era algo muy transgresor. De hecho, en la fiesta de fin de curso, hicimos la famosa coreografía de Dirty Dancing gracias a que teníamos chicos.
P: No, qué va, comíamos todos juntos. De hecho, en cada grupo de mesas se mezclaban diferentes edades. Los mayores se sentaban en los extremos y cuidaban de los pequeños. Les ayudaban, por ejemplo, a pelar la fruta, porque no había monitoras de comedor.
S: Eran mesas de ocho. Había un “jefe” y un “subjefe” en cada una, que solían ser alumnos de 7º y de 8º. Ellos se encargaban de servir la comida a todos los de la mesa con una perola y un cucharón… Las jarras de agua había que llenarlas en un pequeño patio con un grifo que había en el comedor. Los profes vigilaban por turnos. Y a los que ayudaban a poner las mesas, les daban caramelos.
P: Las cocineras eran muy majas, si estabas enferma te daban una manzanilla. Y si llovía, te ponían una peli.
P: Sí, en una tele tan pequeña que no veíamos casi nada. Creo que esto pasó, aunque no lo podría asegurar…
S: Allí estaba la vivienda del conserje. Y la caldera.
J: Era un clásico, te daban un salario malo pero un sitio para vivir.
S: Otra diferencia de espacios es que Infantil no tenía baños dentro de clase como ahora. Tenían que salir a los baños comunes. Y que los pasillos de arriba no eran corridos, sino que había una sala de profesores en medio (probablemente de la época en la que el centro estaba separado por sexos).
P: Sí. El cambio más grande en ese sentido es que siempre estaba llena de humo, porque la jefa de estudios de la época fumaba mucho. Entrar ahí era como entrar en un submarino.
J: El despacho de dirección era Londres, sí.
S. Creo recordar que también se fumaba en el patio. Y siguiendo con los hábitos saludables, estoy convencida de que en el comedor de profesores se servía vino.
J: No he sacado un libro de esa biblioteca en mi vida, pero sí hubo un momento que nos dejaban entrar y leer.
P: Yo solo la recuerdo por ir a las clases de Mecanografía, estaban las mesas llenas de máquinas de escribir, de las antiguas. No creo que se pudieran sacar libros.
S: La recuerdo igual que Prado. Y los de Taquigrafía se ponían al fondo.
P: Me acuerdo de Navidad y Fin de Curso. Para Fin de Curso se montaba un escenario de madera en el patio y allí actuaban los alumnos de Ballet, de Judo… La función de Navidad se hacía en el Salón de Actos.
J: Aparte de esas, no sé si alguna más. Yo era del grupo que nunca participaba en las actuaciones. Pero había gente que cantaba y tocaba la guitarra, así que en algún sitio lo debían haber aprendido.
S: ¡Y Carnaval! Que hacíamos el entierro de la sardina y luego la quemábamos en el patio. Pero la única fiesta a la que venían las familias era la de Fin de Curso.
J: Pues probablemente, porque recuerdo a los más mayores organizando a los pequeños para que se pelearan entre sí.
S: Bueno, no todo era violencia, también los organizábamos para que fueran los espectadores de un circo. Era un espectáculo que improvisábamos los mayores en el recreo, imitando al circo de Teresa Rabal.
De todas formas, creo que salíamos juntos al patio de comedor (ya que se quedaban solo la mitad de los alumnos a comer) pero al recreo general salíamos por turnos, me parece. El patio era un poco más grande, porque no existían los baños. Es decir, podías ir de una de las zonas de soportales a la otra corriendo. Y en medio, en vez de columnas, había una parte con pared que te separaba del patio.
J: Recuerdo que hacíamos pelotas de fútbol con celo y el papel albal de los bocatas y así pasábamos el recreo.
P: Las niñas jugábamos más a la comba, al elástico, a la Calle 24…
S: También al látigo, al cocodrilo (cruzar el patio de pared a pared sin que te pillasen)… Las pelotas estaban prohibidas, pero, efectivamente, se hacían con cualquier cosa.
P: Bajabas a Peñuelas y te encontrabas a los de clase. No había columpios, solo había una portería ruinosa, pero era el único parque, o más bien plaza, del barrio. El parque redondo fue posterior, yo ya estaba en el Instituto cuando lo construyeron.
J: Los del otro lado de la vía del tren (actual Pasillo Verde) no solían bajar tanto a Peñuelas. Era como una barrera socioeconómica. En esos años la plaza estaba llena de jeringuillas.
S: A mí, de hecho, me lo tenían prohibido. Y eso que los que vivíamos arriba no teníamos ningún parque o plaza cerca. Solo existía el parque de la Chimenea (c/Gasómetro), pero estaba también bastante degradado.
J: Para empezar, la participación de las familias era mucho menor en la época. Mi madre pertenecía a la AMPA pero se limitaba a ir a las reuniones a informarse. Que los padres participaran de alguna forma en clase no cabía dentro de nuestras cabezas.
J: El maestro era la autoridad, no se discutía. Algunos soltaban collejas sin ningún problema
P: En mi época los castigos corporales se veían menos, pero se veían. Y cuando pasaba, los demás considerábamos que ese compañero se había portado mal, no que el profesor hubiera hecho algo malo.
S: La respuesta de los padres si ocurría esto era casi siempre “Algo habrás hecho…”
J: Repartían capones dando con el anillo y tiraban de las orejas. También es cierto que algunos alumnos agredieron a los profesores. Por eso creo que para mal ha cambiado poco, el nivel era muy bajo. Claro que el barrio en los 80s estaba bastante más degradado que ahora.
P: El estado de las instalaciones ha mejorado infinito. En el Salón de Actos hubo un momento que no podíamos entrar más de una clase porque se podía hundir, o ese creo. Además ahora hay muchas más extraescolares. Y hay más atención a la inteligencia emocional.
J: Yo estoy muy contento con las profesoras que les han tocado a mis hijos hasta el momento. Hay cosas que mejorar y que reivindicar, pero en global creo que es un buen colegio.